Si bien durante nuestra vida, es necesario realizar controles médicos anuales, la necesidad se hace más imperiosa antes de comenzar a practicar un deporte cuando uno ha sido sedentario un tiempo prolongado, tiene historia de fumador o sobrepeso. Otro aspecto vinculado a la prevención es realizar un entrenamiento planificado por personas idóneas.
Por Carlos Garat.
Hace poco, después de finalizar el medio maratón (21 kilómetros) de Córdoba, un competidor de 27 años falleció en forma inesperada y otros dos se descompensaron y luego se recuperaron. Días más tarde, un adolescente de 14 años con una patología cardíaca congénita falleció entrenando cross country. Puede resultar paradójico que mientras insistimos en los beneficios que produce la práctica deportiva, por un lado, por otra parte nos encontramos con noticias como estas, que se contraponen a esas afirmaciones. Pero la realidad es que si bien la actividad física está recomendada para casi todo el mundo, hay un cierto porcentaje de personas que tienen contraindicada por razones médicas ese esfuerzo y lamentablemente muchas de esas personas ignoran completamente su situación.
Este tipo de circunstancias que gracias a Dios son poco frecuentes, pueden golpearnos en cualquier momento. Es más, ya hemos tenido algunos casos en nuestra ciudad, incluso de amigos que perdieron la vida mientras realizaban alguna práctica deportiva, o inmediatamente después y sin lugar a dudas es cuestión de tiempo que vuelvan a suceder. La Asociación Atlética de Pergamino, siente la responsabilidad de informarles a los que realizan alguna práctica deportiva, los riesgos y las medidas preventivas a adoptar, para evitar este terrible desenlace, difundiendo algunos conceptos fundamentales al respecto.
Toda actividad que realicemos implica asumir ciertos riesgos propios y ajenos, el deporte no es una excepción y todos los que disfrutamos de él lo sabemos, pero la idea es reducirlos al mínimo, la cuestión es cómo. La muerte súbita de una persona joven y aparentemente sana es un hecho que produce un gran impacto social y familiar, máxime si tiene lugar durante la práctica deportiva. De acuerdo a los conocimientos médicos actuales, se trata de un deceso inesperado, que ocurre sin síntomas previos o con síntomas que comienzan poco tiempo antes de la muerte. Entre el 80% y el 90% de estas muertes es por problemas cardíacos, el resto se debe a otras causas como doping, golpe de calor, sobrehidratación (hiponatremia), deshidratación, asma, traumatismo torácico o cráneo encefálico, aneurismas, etcétera.
La incidencia de este evento fatal ocurre en 1 a 2 atletas de cada 200.000 por año y afecta principalmente a los deportistas masculinos, aunque las mujeres no están exentas a sufrirla. La muerte súbita, puede prevenirse en muchos casos, realizando estudios médicos precompetitivos y periódicos para detectar afecciones potencialmente mortales que contraindican la realización de prácticas deportivas que conllevan un esfuerzo o las de alto rendimiento.
El hecho de que jóvenes, a menudo bien entrenados incluso en el nivel profesional puedan morir súbita e inesperadamente resulta aparentemente inexplicable. Los deportes no son una causa de mortalidad mayor, antes bien se encuentran asociados a un estilo saludable de vida. Sin embargo, la actividad física puede desencadenar la muerte súbita en atletas o personas con determinadas alteraciones, lo que pone de relieve la necesidad e importancia de la detección de las mismas a través de la evaluación médica. Los chequeos médicos para deportistas son indispensables aun cuando no se sientan molestias porque muchísimas patologías son asintomáticas pero detectables con los estudios adecuados.
Por otro lado, si bien durante nuestra vida, es necesario realizar controles médicos anuales para mantenernos saludables y con una buena calidad de vida, la necesidad se hace más imperiosa antes de comenzar una actividad física, cuando uno ha sido sedentario durante un tiempo prolongado, tiene historia de fumador o sobrepeso.
Otro aspecto vinculado a la prevención de estos desafortunados eventos radica en que a la hora de incursionar en cualquier deporte, se debe tener una preparación y entrenamiento planificado por personas idóneas que han diseñado el plan a seguir, según la edad, el esfuerzo y la distancia, ya que no es lo mismo prepararse para 3, 10, 21 kilómetros, etcétera.
No hay nada peor que el sedentarismo, lo mejor es el ejercicio físico pero siempre bajo la guía de un profesional, a quien cada alumno debería darle sus estudios médicos para así saber cuál es la frecuencia, volumen e intensidad de la rutina física, que puede alcanzar sin riesgo. Pretender saltar etapas o acelerar este proceso de adaptación es casi suicida y lleva inexorablemente a la lesión.
En los últimos años se observó un aumento significativo de corredores en distintas carreras algunas multitudinarias, (en nuestro medio la Fundación Leandra Barros reúne más de cuatro mil participantes). Muchos de ellos se anotan sin estar en las condiciones físicas que requiere este esfuerzo.
En este contexto, la aparición de lesiones que pueden ir desde un simple desgarro muscular a eventos cardíacos no es raro que aparezcan. Seguramente si los participantes no toman conciencia y adoptan estas simples medidas preventivas, se incrementará la cantidad de gente con posibilidades de tener problemas. No es algo imposible y están al alcance de cualquiera los estudios médicos mínimos y básicos que se deben realizar.
El examen que realizará el médico, depende de su criterio y seguramente tendrá en cuenta, la edad del deportista, dado que las estadísticas demuestran que en personas menores de 35 años las causas de muerte súbita, en general son congénitas, mientras que en los mayores, es la enfermedad cardíaca ateromatosa.
Si bien es el criterio médico el que determinará qué pruebas hacer, habitualmente para los menores de 35 años se realiza: historia clínica personal y familiar, acompañada de un examen clínico cardiológico que puede incluir un electrocardiograma y un estudio de laboratorio mínimo. Si da alterado algo de lo anterior, seguramente el médico aconsejará otras medidas a adoptar.
En los mayores de 35 años, se le agrega a lo previsto para los menores de 35, una prueba de esfuerzo (ergometría) y en casos particulares que así lo requieran, se agregan estudios más complejos (ecografía, ecodoppler cardíaco, resonancia cardíaca o tomografía) para despejar toda duda sobre la salud cardiológica y abarcar todas las posibilidades de diagnóstico que permitan llegar a una eventual patología que derive en muerte súbita.
Si bien es poco frecuente que un deportista presente algún evento serio, una actividad deportiva responsable nos aconseja realizar un chequeo médico habitualmente una vez por año como rutina y en caso de ser necesario o tener dudas repetirlos con más frecuencia. No hay excepciones ni de edad ni de sexo, para todo aquel que inicie una actividad física debe realizarse el chequeo correspondiente, y aquellos que llevan años en la práctica deportiva deben continuar realizándolos al menos una vez al año toda la vida.